Yukio Mishima, la nostalgia de un samurai

El 14 de enero de 1925 nació en Tokio, en el seno de una familia de samuráis, el escritor Yukio Mishima. Su verdadero nombre era Kimitake Hiraoka pero se lo cambió siendo adolescente.

Después de estudiar leyes en la universidad de su ciudad natal, se dedicó por completo a la literatura.Desde su adolescencia estuvo obsesionado por violentas fantasías que narró con detalle en sus obras. Algunas de ellas tienen un profundo tono autobiográfico y reflejan su pasión por el masoquismo y la preocupación por el cuerpo físico. La fascinación por la sangre, la muerte y el ritual son patentes en toda su carrera.

En 1944 publicó su primer libro, un volumen de cuentos, poco antes de ser convocado por el Ejército para una misión suicida en la que finalmente no se le admitió. Al terminar sus estudios entró en la administración pública, pero pronto abandonó su carrera de funcionario para dedicarse profesionalmente a las letras. Mishima, que era bisexual, en su obra inicialmente analiza los problemas de la generación de posguerra y otorga especial atención a los temas del amor y del sexo. En 1952 emprendió un largo viaje por América y Europa y en 1958 contrajo matrimonio.

En medio del gran florecimiento industrial y consumista Mishima hacia un llamado en contra de los que olvidaban el "auténtico y verdadero Japón" y se lamentaba de ver que su país "se aleja de sus fundamentos" y "entrega su futuro a las potencias extranjeras". El literato se veía a sí mismo como renovador espiritual del Japón e invitaba a sus compatriotas a reflexionar sobre si mismos y a devolver al Emperador y al ejército todo el poder. Su sentido estético de lo heroico lo llevó a defender siempre un retorno a las antiguas y ancestrales virtudes del pasado, así como al austero patriotismo del Japón imperial. “¿Cómo es posible denominar "hombre de acción" –escribió- a quien por su trabajo de presidente en una empresa hace ciento veinte llamadas telefónicas diarias para adelantarse a la competencia? ¿Y es tal vez un hombre de acción el que recibe elogios porque aumenta las ganancias de su sociedad viajando a países subdesarrollados y estafando a sus habitantes? Por lo general, son estos vulgares despojos sociales los que reciben el apelativo de hombres de acción en nuestro tiempo. Revueltos entre esta basura, estamos obligados a asistir a la decadencia y muerte del antiguo modelo de héroe, que ya exhala un miserable hedor. Los jóvenes no pueden dejar de observar con disgusto el vergonzoso espectáculo del modelo de héroe, al que aprendieron a conocer por las historietas, implacablemente derrotado y dejado marchitar por la sociedad a la que deberán pertenecer algún día.”

En 1955 inició un completo programa de pesas y mantenimiento muscular con la obsesión de que el paso del tiempo no dejase huella en su cuerpo. Se hizo experto en karate y kendo. En 1968 formó una milicia llamada Sociedad del Escudo, comunidad al estilo de los samuráis con la que intentaba devolver a Japón sus raíces más tradicionales. No logró su objetivo y el 25 de noviembre de 1970 se hizo el sepukku o haraki-ri que, como es sabido, es el suicidio conforme al Bushido, el antiguo código de honor de los samuráis. Tenía 45 años.Seguramente el drama personal de Mishima no es explicable solamente por su inconformidad política sino que lo agobiaban otras ansiedades. Un especialista en su obra, el profesor Takashi Inoue, afirma que “la cuestión más importante para Mishima era cómo solucionar el vacío que él sentía interiormente. Él se sentía marginado de su propia vida, lo que, a su vez, originaba un profundo vacío en su espíritu. Se sentía apartado de lo que es vivir y buscaba una solución a esto (...). Para superar ese estado se dedicaba a la literatura y escribía obras de teatro. Sin embargo, nunca pudo superar por completo este vacío a través de la actividad literaria. Por lo tanto, para alcanzar la total satisfacción a la que aspiraba tuvo que llegar a donde llegó, es decir, a cometer seppuku...Porque a través de la muerte podía llenar el vacío y también superar esa sensación de estar apartado de su propia vida”. Si fue así, resulta dudoso que se le pueda dar algún significado a la vida precisamente diciendo no a la vida misma, aquí o en Japón

La obra de este gran escritor no ha sido traducida en su totalidad al español como tampoco, hasta donde sabemos, al inglés, francés o al alemán. La primera novela de Mishima fue Confesiones de una Máscara (1979), y está centrada en el tema del despertar de la sexualidad. De su producción literaria forman parte también El Rumor de las Olas (1954), El Pabellón de Oro (1956; Seix Barral, 1963 y 1985), El Marino que Perdió la Gracia del Mar (1963), Nieve de Primavera (1966) y Caballos Desbocados (1968), llegó a ser ampliamente conocida fuera de Japón.

Como dramaturgo, Mishima demostró su interés por el teatro tradicional japonés y occidental. Entre sus dramas se encuentran Rokumeikan (1956), Mi Amigo Hitler (1969), y Madame de Sade (1965) que intentó analizar al Marqués de Sade desde el punto de vista femenino.

En Japón se consideraba que Mishima era el único autor contemporáneo con el suficiente talento para escribir obras kabuki, forma creada durante el S XVI y donde imagen, corporalidad, espacio y sonido se integran en un solo ritmo armonioso. Tal vez ustedes recuerden la muestra kabuki en las primeras escenas de la hermosa película La Casa de las Dagas Voladoras, estrenada el año 2004.

Se han realizado varias adaptaciones cinematográficas de sus cuentos, obras de teatro y novelas. Algunas de ellas son: “El Ruido de las Olas” (1954).de Senkishi Taniguchi; “La Llamada del Tormento” (1958) de Kon Ichicagua basada en la novela el “Pabellón de Oro”; “Patriotismo” (1965), de Masaki Domoto y donde Mishima hace el papel de teniente; “El Lagarto Negro” (1968).Su vida y obra han dado materia a la biografía de John Nathan Mishima (Seix Barral, 1985) y al estudio de Marguerite Yourcenar Mishima o la Visión del Vacío (Seix Barral, 1985). El director norteamericano Paul Schrader realizó una película titulada precisamente “Mishima” (1985).

Hoy en día el Imperio del Sol Naciente sigue siendo para nosotros hermético, extraño, inalcanzable. Ojalá los libros de Mishima, libros nostálgicos de un Japón perdido irremediablemente, nos ayuden a acercarlo un poco.